Ya ha pasado más de un año desde que la pandemia de la COVID-19 empezó. Desde entonces la comunidad internacional se ha ahogado en la desolación honda quejándose de ese régimen nuevo de vivir que nunca será el mismo, así como se ha echado a desencadenar una gran escasez de los billetes y las habitaciones ya no reservados en los destinos turísticos regionales. Siguen reanudándose los vuelos internacionales, levantándose las restricciones estrictas sociales y la gente se ponen cada día más a inquietarse de su estado financiero conscientemente exponiéndose a riesgo.
Sin dudas la clave medular es vacunar masivamente y adoptar acertadamente las medidas contra la crisis para que seamos capaces de regresar a la vida corriente. La vacunación a la población se realiza plenamente en muchos países. Los ingresos multimillonarios de las entidades que producen vacunas, cuyos nombres regularmente aparecen en los titulares de los periódicos más leídos, quizá ya sea consciente cada habitante del mundo.
En algunos países el miedo del virus ya ha cedido el primer puesto de los temores inflacionarios y deflacionarios. Los gobiernos han logrado acomodar sus sistemas sanitarios a las condiciones nuevas, los regímenes de aislamiento y distanciamiento social se han vuelto más flexibles. En otras palabras, el público y las fuerzas políticas opuestas de las economías avanzadas del mundo están más preocupados porque las políticas elegidas para mantener las economías se hayan elegido adecuadamente.
¿Qué está pasando en América Latina y el Caribe? A primera vista, los gobiernos regionales se han involucrado en la carrera de vacunar a la población que se ve como el único resorte para superar las dificultades económicas. La pandemia ha asestado un duro golpe al bienestar de la población de la región, sumiendo algunas economías en la recesión. En Argentina, la situación económica se compara cada vez más con la que estaba a comienzos de la década de 2000. La administración de Alberto Fernández encontró a los culpables entre los miembros del gabinete de M. Macri, que imitaban a los “menemistas” y su modelo económico. La élite gobernante de otro centro regional de poder, Brasil, sigue siendo fiel a sus dogmas e identifica el globalismo de la izquierda como la causa de la debilidad de la economía nacional. Los gobiernos de los demás países, al parecer evocando los compromisos del diálogo continental común, propugnan la misma línea.
Resulta paradójico que las autoridades locales reduzcan todo a la pandemia y sus secuelas. Puede ser la huelga y protestas como en Chili, el uso de violencia indiscriminada ejercido por la policía de la Formosa argentina o por sus colegas en Colombia después del partido de fútbol en Barranquilla. El tema de las restricciones sociales, en general, tenía el carácter complementario en esos casos siendo solo el detonante final del descontento popular por las medidas tomadas por las autoridades para contener que se propague el virus y asegurar la estabilidad económica.
Si en los primeros meses el encubrimiento con medidas contra la COVID ya se veía como una realidad necesaria e incluso era un medio de tregua, como lo fue durante las protestas antigubernamentales en Chile, ahora estas maniobras parecen anecdóticas. Las élites gobernantes, que tienen dificultades para promover a sus candidatos en las elecciones parlamentarias, utilizan el “modelo de voto diferido” (otra vez cabe mencionar al Presidente de Chile, S. Piñera). Otros se aprovechan de la situación y, por el contrario, demuestran que han conseguido superar los momentos más difíciles de la pandemia. Esta maniobra fue aprovechada en México por A. M. López Obrador, cuyo partido logró mantener la mayoría contra un telón de fondo de la consolidación de la oposición.
Al tener en cuenta la situación actual desde la posición de las autoridades, no podemos sino estar de acuerdo en que regresar a la forma habitual en la situación de hoy puede ser realmente una amenaza socioeconómica. En primer lugar, las concentraciones masivas de personas en las condiciones climáticas de la región son un entorno propicio para que se propague aceleradamente el virus. Sin embargo, la práctica generalizada de multas, el uso obligatorio de máscaras en lugares públicos y otras medidas no encajan con celebrar las reuniones de oposición y los eventos deportivos masivos.
En segundo lugar, las dosis insuficientes de vacunas se asocian con la alta demanda y la baja oferta de los fabricantes, que son acusados de ser selectivos con las prioridades regionales de suministrar. No sería objetivo no recalcar que Moderna, AstraZeneca, Pfizer realmente priorizan los mercados de los Estados Unidos y la UE. Pero es imposible culparlos por varias razones, la más objetiva de las cuales es la escasez de vacunas en los propios países del primer mundo.
En tercer lugar, las autoridades suelen quejarse de la falta de preparación y la incapacidad del sector sanitario para hacer frente a la situación por sí solo. La culpa de esto es, primeramente, los problemas económicos, así como el retraso general de la medicina en la región. Y ya las razones directas de esto son las políticas de sus predecesores o un sujeto externo. La política de intervención externa es una herramienta tradicional en manos de los gobiernos latinoamericanos, pero aparentemente ahora ya no puede tener el efecto necesario que antes tenía. El uso en la retórica de los “whataboutismos” se considera por el público ya como una burla cínica. Negar a reconocer su responsabilidad por el estado deplorable de la industria farmacéutica disminuye cada vez más el crédito de confianza pública.
También hay que señalar que la oposición ejerce la mayor presión sobre los círculos gobernantes. No es ningún secreto que la corrupción, el nepotismo, el amiguismo y el cronismo son características de la cultura política de la región. Esta situación lleva al hecho de que los habitantes de los países regionales eligen el llamado “mal menor”. Un gran ejemplo es la situación en Argentina, donde el líder cambiemista, el perdedor de las elecciones, M. Macri, volvió a la gran política e intensificó su carrera especialmente en el contexto de la pandemia. Sin embargo, sus críticas a la administración de A. Fernández por vacunar al entorno más cercano no parecen convincentes. El expresidente y sus partidarios reconocen que han cometido muchos errores graves que han tenido graves consecuencias para la economía del país, pero al mismo tiempo recalcan si se hubieran mantenido al frente, habrían sido capaces de llevar todas las reformas a su conclusión lógica. Sin embargo, el hecho de los errores del pasado no es tan importante aquí como la circunstancia de que el propio Mauricio Macri ya se inmunizó en los Estados Unidos. Se presentó como un” procedimiento necesario “debido a la imposibilidad de implementarlo en el país por la falta de control de las autoridades actuales sobre la situación.
Por lo tanto, en este momento tenemos una región que está cada vez más sumida en una recesión económica con una estanflación acelerada que las autoridades regionales están tratando de hacer pasar por la inflación monetaria; un sistema de salud que se encuentra no simplemente en el estado difícil, sino deplorable; un empate inquebrantable de los regímenes de izquierda y derecha que mueven la tierra y el cielo para traspasar responsabilidades; un antagonismo intrarregional que impide que se colaboren e integren los países; un factor externo omnipresente y un pueblo marginado de América Latina. ¿La pandemia verdaderamente ha tenido un gran impacto en los procesos regionales o son tendencias típicas de la región que se han observado desde el siglo XX? ¿Qué es realmente la vacunación para Chile, Argentina, Brasil, México y otros países?