Filmada en solo ocho semanas, “Mi Obra Maestra”, del director argentino Gastón Duprat, aunque no es una obra maestra del cine mundial, merece la máxima atención. Esta película cuenta una historia aparentemente simple, pero llena de giros inesperados, sobre cómo funciona el mercado del arte moderno.
Como señala el director, su película se trata principalmente del fraude artístico, pero también de la amistad. Y lo que resulta especialmente agradable es que esta historia se presenta con sinceridad y sin sombra de la moralización.
La película “Mi obra maestra” narra la historia de los dos viejos amigos. Arturo Silva (interpretado por Guillermo Francella) es un exitoso marchante de arte. Dirige una galería de arte donde se presentan las obras de su amigo, Renzo Nervi (Luis Brandoni). Renzo Nervi solía ser una leyenda del arte argentino y ahora está fuera de negocio. Nervi es un tipo clásico de artista, un misántropo egoísta, descuidado, temperamental, conservador y eternamente gruñón que no se preocupa por la opinión pública y sigue firmemente sus principios. Mientras que un Arturo luchador, enérgico y elegante no se detiene ante nada para mejorar el estado financiero y emocional de su amigo.
Primero, cabe destacar el guion excelente elaborado por Andrés Duprat, quien es director del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y quien conoce el mundo del arte como ningún otro. Además de tener éxito en retratar el backstage del negocio del arte, también logró crear personajes sutiles y profundos, los que ganaron una contundencia increíble al haber sido interpretados por Luis Brandoni y Guillermo Fransella, este último es conocido por su trabajo en la película ganadora del Oscar “El secreto de sus ojos,” 2009. Al mismo tiempo, los giros inesperados de la trama tejidos por los autores en el lienzo de la historia han refrescado la narrativa.
Quienes buscan imagines bellas tampoco tienen nada de que preocuparse. La cámara pudo capturar la individualidad de la cosmopolita Buenos Aires, la exquisita estética de sus galerías, así como panoramas pintorescos del Río de Janeiro brasileño y de la provincia norteña argentina de Jujuy.
Arte como el tema
No es la primera vez que el arte en general y la relación entre el artista y sus obras inspiran las películas de Duprat. En 2008 apareció su obra conceptual “El Artista”. También cubrió una historia sobre el fraude artístico. En 2017, se estrenó en Rusia otra película de Duprat “El ciudadano ilustre”. El protagonista de la película fue un escritor célebre que, a su manera, exploró el problema de la búsqueda creativa. “El ciudadano ilustre” fue particularmente bien recibido por la crítica. Fue galardonado con una Copa Volpi al Mejor Actor en el Festival de Cine de Venecia de 2016.
La película “Mi obra maestra” se presentó en el programa fuera de competencia del Festival de Cine de Venecia en 2018 y recibió muchos comentarios positivos, aunque ningún premio significativo. En Rusia, la película fue estrenada en 2019 en varias docenas de cines. 12 mil espectadores lo vieron.
A decir verdad, de las dos obras de Duprat estrenadas en Rusia, la película “Mi obra maestra” es quizás mejor en cuanto a su realización. Ambas historias tocan temas interesantes que no suelen ser el foco de atención de los cineastas, pero “El ciudadano ilustre” es demasiado largo y, por lo tanto, aburrido. Filmado casi como un video casero, incluso con un protagonista excepcionalmente carismático, parece tedioso. La película “Mi obra maestra”, por el contrario, está desbordada de las imágenes y alusiones más interesantes, al mismo tiempo que es sumamente escrupulosa en términos estéticos.
“Mi obra maestra” – una guía al mundo de arte contemporáneo argentino
Incluso si ya ha visto la película “Mi obra maestra”, le sugerimos que verlo otra vez. Prepárate para pausar la reproducción con regularidad para echar un vistazo a decenas de piezas de arte argentino contemporáneo, buscarlas en Google y admirarlas en detalle. A continuación, hay algunos ejemplos interesantes.
La película se abre con la pintura “Paisaje Norte” creado por el famoso pintor argentino Germán Gárgano especialmente para filmar. Puedes echarla un vistazo más de cerca o ver otras obras de Gárgano en su sitio web oficial.
Germán Gárgano fue prisionero político durante la dictadura en Argentina, y tras su liberación, en 1982, se dedicó a la pintura. Su estilo es muy expresivo, dramáticamente intenso y apasionado. El color es de especial importancia para él. Gárgano no tiene miedo de utilizarlo para transmitir sentidos importantes.
Si ha visitado Buenos Aires, quizás haya visto el “Santuario” de Gargano en una de las estaciones de metro. El estilo del mosaico recuerda en cierta medida un estilo de su maestro, Carlos Gorriarena, cuyo arte se esconde en la película “Mi obra maestra” detrás de las obras del personaje de Renzo Nervi.
Carlos Gorriarena (1925-2007) es considerado uno de los pintores argentinos más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Participó en la política, fue miembro del Partido Comunista y creía que la pintura era una herramienta importante para la transformación social. Sus obras están imbuidas de sátira y grotesco. Son muy distintivos en términos de forma, con contornos borrosos y distorsionados, y sobre todo – en términos de color. Por el uso de una paleta de contraste excepcionalmente brillante, Gorriarena fue conocido como un “maestro del color”. Siempre animó a sus alumnos a descubrir sus propios colores.
Además de esta referencia bastante obvia a la figura de Gorriarena, los autores utilizaron obras de otros artistas argentinos, los que puede ser mucho más difícil de identificar para una persona alejada del mundo del arte.
Por ejemplo, en la oficina de Arturo, dos cuadros en la pared detrás del sofá son un díptico en óleo sobre madera de Eduardo Iglesias Brickles.
Para Brickles (1944-2012) la política también fue una parte importante de su arte. El hecho que es típico de los artistas argentinos, y de la sociedad argentina en su conjunto, que es tan apasionada por la política como por el fútbol. Brickles señaló que el expresionismo, el arte pop, los cómics y los carteles de propaganda soviética de la década de 1920 influyó a su estilo artístico.
Fue especialmente importante para los autores recrear la atmósfera de un ambiente artístico dinámico y provocativo. Por ello, una de las exposiciones de la galería de Arturo recibe la visita de un crítico que publicó mala crítica del arte de Renzo, para alabar el estilo del joven artista Carlos Herrera, cuyas obras no impresionan en absoluto a Renzo.
En otra galería, donde Arturo se encuentra con su colega, hay una exposición de obras de Eduardo Stupía.
Stupía es un reconocido artista que reinterpretó la gráfica y el grabado bajo la posmodernidad. Los críticos notan una doble perspectiva en sus pinturas: de lejos, los cuadros no son más que una abstracción gráfica, pero al examinarlos más de cerca, los ojos captan algunas imágenes individuales, que se forman en gran parte subjetivamente, basadas en la experiencia sociocultural individual.
Por encima de los grabados de Stupía destaca un colorido lienzo geométrico abstraccionista. Pertenece a otro artista argentino distintivo: Tulio de Sagastizábal, quien ha llegado al abstraccionismo en busca de libertad tras varios años de pintura figurativa. Él mismo llama a sus obras “imágenes suspendidas”.
En la oficina de la galerista Dudú, se aparecen un número aún mayor de obras de arte. Entre los más reconocibles se encuentran una copia más pequeña de “La civilización occidental y cristiana” de León Ferrari y “Pop Girl” de Martin Di Girolamo.
Hasta cierto punto, ver esta película es como añadir piezas a un rompecabezas. Las filmaciones están literalmente llenas con docenas de obras de arte, que están destinadas a ser vistas. Y este intento de los autores de acercar el arte nacional a una audiencia internacional es especialmente inspirador.
La película “Mi obra maestra” está llena de virtudes. Despierta curiosidad y provoca una sonrisa, dejando la sensación de un regusto agradable, que a menudo falta después de ver los éxitos de taquilla de Hollywood.