Hace 50 años, Salvador Allende asumió la presidencia de Chile. Varios expertos coinciden en que esta “elección chilena” fue la primera victoria política pacífica de las pronunciadas fuerzas de izquierda en el hemisferio occidental. ¿Cómo defienden hoy los chilenos su democracia?
El pasado 25 de octubre tuvo lugar en Chile un acontecimiento muy importante, que marcó un nuevo hito en la historia contemporánea del país. En este día, los chilenos participaron en el Plebiscito Nacional, en el que se plantearon dos preguntas: “¿Quiere Usted una nueva constitución?” – “Sí” fue respondido por el 78,26% de los chilenos.
Otra pregunta: “En caso afirmativo, ¿qué organismo debería desarrollarlo? ¿Una asamblea constitucional compuesta por la mitad de parlamentarios y la mitad de ciudadanos electos, o el 100% de ciudadanos electos?” – El 78,99% de los que respondieron “sí” estaban a favor de la segunda opción.
Tras obtener los resultados del Plebiscito Nacional, se elegirán 155 representantes para elaborar una nueva Constitución de Chile, aproximadamente la mitad hombres y mujeres. Además, hay una cuota para pueblos originarios.
El liderazgo chileno tomó la decisión de revisar el principal documento constituyente del Estado en el contexto de las protestas en octubre de 2019. El año pasado, el Gobierno municipal de Santiago volvió a subir el precio de las tarifas del metro en 30 pesos chilenos. Al principio, grupos dispersos del movimiento estudiantil protestaron contra, como parecía a primera vista, un aumento tan leve de valor, pero gradualmente decenas de miles de personas comenzaron a unirse a ellos, incluso en otras grandes ciudades.
La subida del precio del pasaje del metro en la capital chilena fue un catalizador del descontento y la tensión social. Los manifestantes comenzaron a exigir amplias reformas económicas y democráticas en el país, así como la renuncia del Presidente, la disolución del Gobierno y el Parlamento. Los descontentos destrozaron estaciones de metro y robaron tiendas.
Luego de la escalada de este conflicto, el líder chileno Sebastián Piñera (Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique) acordó cancelar el aumento del costo de los boletos de metro, y también aumentó levemente los salarios mínimos y las pensiones, sin embargo, las protestas continuaron y gradualmente comenzaron a ganar tracción. El 18 de octubre del año pasado, por primera vez en 30 años de democracia en Chile, se declaró el estado de emergencia, los militares ingresaron a la capital en vehículos blindados. El malestar social y las protestas en el país continuaron y se detuvieron solo en marzo de 2020, cuando se introdujo una cuarentena total en Chile.
Para evitar que las protestas estallen con renovado vigor tras el levantamiento parcial de las restricciones de cuarentena, el Gobierno chileno ha propuesto una reforma constitucional. A primera vista, esta opción se adaptaba a todos: los manifestantes tenían esperanzas de una renovación completa de las instituciones chilenas y Piñera, cuyo índice de aprobación cayó al -72%, puede permanecer tranquilamente en la presidencia hasta el final de su mandato, que expira en 2022.
Desde un principio, el Plebiscito Nacional estaba programado para el 11 de abril, pero debido al brote del coronavirus en la región y al cierre total en el país, se pospuso la votación. El procedimiento, que finalizó en octubre, contó con la asistencia de unos 14,5 millones de ciudadanos. Cabe señalar que esta participación es significativamente mayor que en las últimas elecciones presidenciales de 2017, cuando, según el servicio electoral chileno, participaron en la votación alrededor de 6,7 millones de personas. Entonces en eso, la participación estuvo por debajo del 50%.
Después del Plebiscito Nacional, los chilenos enfrentarán un largo proceso de actualización del principal documento constitutivo del Estado. La peculiaridad del procedimiento que se ha iniciado es que los protagonistas que llevarán a cabo la elaboración a gran escala del documento no serán los partidos tradicionales de: “derecha”, “izquierda” o “centrista”. La redacción de la Constitución “recaerá sobre los hombros de la Asamblea Constituyente. Según los resultados de la votación del 25 de octubre, la mayoría de los ciudadanos chilenos decidió que los 155 miembros del organismo serían elegidos por votación. En este caso, un requisito obligatorio será que la Asamblea Constituyente incluya por igual a hombres y mujeres para lograr la paridad.
Ciertamente, tal evento tiene como objetivo cerrar el largo ciclo de la historia chilena. El 11 de septiembre de 1980 se aprobó la nueva Constitución de Chile. Luego, según datos oficiales, alrededor del 67% de los votantes apoyaron la adopción del principal cuerpo de leyes del país. El documento de 1980 dispuso la consolidación de los poderes del Ejecutivo, se creó el Consejo de Seguridad Nacional como órgano de decisión y se retuvo la participación prioritaria de las Fuerzas Armadas en todos los ámbitos de la vida. Además, cuando se formó el Parlamento, se abolió el sistema de representación proporcional y se nombró una parte de la Cámara Alta.
8 años después (5 de octubre de 1988), se realizó un Plebiscito Nacional. A través de este procedimiento, Augusto Pinochet (Augusto José Ramón Pinochet Ugarte) intentó extender su mandato en el poder por otros ocho años. Según los resultados de la votación, el 55% de los ciudadanos votó entonces en “contra” de la extensión del mandato de Pinochet y el 45% estuvo “a favor”. Este resultado del Plebiscito abrió el camino para las primeras elecciones libres en muchos años.
En 1988, se creó la Concertación de Partidos por la Democracia (conocida también como “Concertación”), y las elecciones presidenciales se llevaron a cabo el 14 de diciembre de 1989. El triunfo en el proceso electoral lo obtuvo entonces el líder de la Democracia Cristiana Patricio Aylwin (Patricio Aylwin Azócar), lo que marcó la transición a un nuevo sistema. Sin embargo, el “desmantelamiento” del sistema anterior se produjo de manera paulatina, sin saltos y cambios bruscos, porque la presencia de Pinochet se mantuvo en la arena política incluso después de la transmisión de sus atribuciones.
Poco a poco, el proceso democrático comenzó a profundizarse. Bajo Ricardo Lagos (Ricardo Froilán Lagos Escobar) en mayo de 2005, el Parlamento chileno aprobó importantes proyectos de ley. Desde entonces, todos los senadores sin excepción deben ser elegidos por ciudadanos chilenos mediante voto directo. El segundo decreto permitió al Jefe de Estado nombrar y reemplazar a los comandantes de las ramas militares.
El Presidente comenzó a postularse no durante seis años, como antes, sino durante cuatro años con derecho a ser nominado nuevamente después de un período después del final del mandato anterior. Según tal esquema, la sucesora de Lagos, Michelle Bachelet (Verónica Michelle Bachelet Jeria), quien siguió una política social ramificada y promovió la idea de adoptar un nuevo documento constituyente principal del Estado, actuó, pero al final no logró el consentimiento de los partidos de oposición.
El problema de la adopción de la Constitución se ha convertido durante mucho tiempo en una pesada carga de la era de Pinochet. El actual líder chileno, representante de las fuerzas “derechistas”, Sebastián Piñera, espera ingresar a la historia contemporánea de Chile como una figura que logró la aprobación de un nuevo conjunto fundamental de leyes. El Gobierno chileno enfrentó nuevos desafíos tras el Plebiscito Nacional. La sociedad ha apoyado firmemente la adopción de la nueva Constitución. Sin embargo, ahora el liderazgo chileno necesita poner en marcha un mecanismo a gran escala para la elaboración y posterior aprobación del principal documento constituyente del país, que ya está previsto en forma de referéndum para el primer semestre del 2022.