Este director francés del origen chileno puede considerarse uno de los artistas más provocativos de la segunda mitad del siglo XX: Su papel en el cinematógrafo y aún en el arte popular en general es importante. Le interesan no sólo el cine sino también la poesía, el teatro, la literatura y aún la psicoterapia. Sus originales y atrevidas obras siempre atraen la atención escandalizando y animando. Tal vez por eso su nombre es bastante conocido en Rusia aún por la gente que nunca ha visto sus películas o ha leído sus libros. Las reseñas de sus obras son ambiguas y contradictorias. LACRUS sigue investigando el cine arte latinoamericano. Y esta vez se tratará de Alejandro Jodorowsky, apologeta fiel del surrealismo, rey del absurdo y maestro de la auto ironía, hiper vanguardista, hombre fuera de la edad, etnicidad y geografía.
Alejandro Jodorowsky nació en 1929 en Tocopilla, una ciudad chilena. Sus padres fueron judíos de origen ucraniano cuyas familias habían inmigrado a Chile escapando del antisemitismo. Estos dos temas, familia y etnia, jugaron un papel clave en la formación de la personalidad excepcional del director.
Según su propia confesión, su alma no tiene ni raza, ni etnia. Eso fue posible, parcialmente, porque, según Alejandro Jodorowsky, nunca le consideraban chileno, y su padre, comunista convencido, siempre ocultaba su etnia. Al mismo tiempo, la genealogía y la tradición judía resultaron muy atractivas para Alejandro Jodorowsky. Tuvo que estudiar profundamente la historia de su familia y la cultura judía en general para escribir uno de sus primeros libros Donde mejor canta un pájaro. En esta novela semi-autobiográfica editada en 1992 se entrelazan las crónicas familiares y las leyendas alegóricas sobre Rusia y América del Sur. Esta obra es un carnaval del absurdo que mediante un lenguaje poético y grotesco convence a los leedores en el poder ilimitado de la imaginación y finaliza con el nacimiento del autor en 1929.
La infancia y la juventud de Alejandro Jodorowsky, así como las relaciones familiares complicadas se reflejaron, en forma muy hipertrófica, en otra obra semi-autobiográfica, la película franca y extravagante La danza de la realidad (2013) y luego en su continuación Poesía sin fin (2016).
Ambas cintas son la fantasmagoría encuadrada en el marco del surrealismo clásico, llena de la sabiduría codificada en numerosos apólogos e imágenes simbólicas y mitológicas. Se crearon con participación de los familiares de Alejandro Jodorowsky. Y eso es una de las particularidades de la manera de trabajar del maestro: en todos sus proyectos cinematográficos, teatrales, literarios, siempre colabora estrechamente con los suyos, miembros de su familia y los que tienen ideas afines, nombrando este formato de trabajo la terapía que permite sentir la cooperación. Así, el hijo de Alejandro Jodorowsky, Brontis Jodorowsky comenzó su carrera como actor en la película icónica El Topo (1970). Dentro de casi cincuenta años él interpreta el papel de su propio abuelo en las nuevas obras de su padre.
La película El Topo dio al director la fama mundial y se hizo icónica originando el fenómeno del cine de medianoche, es decir, películas comerciales de bajo presupuesto proyectadas en los cines por la noche. Se trata del western alegórico basado en ultraviolencia e impregnado con símbolos religiosos, calificado por varios críticos como show de monstruos, que le gustó mucho a John Lennon, el líder del grupo musical británico The Beatles. El músico contribuyó a la distribución del Topo y encontró el financiamiento para el rodaje de la siguiente película de Jodorowsky.
En 1973 se estrenó La Montaña Sagrada, una distopía muy psicodélica. La trama de la obra se basa en el tratado religioso Subida al monte Carmelo, de San Juan de la Cruz, un místico español del siglo XVI, y la novela filosófica francesa Mount Analogue, de René Domal (1952). No podemos recomendar esta película al público no preparado que podría considerar muy ambigua y aún ofensiva la síntesis poética del sarcasmo mordaz y la espiritualidad profunda, nacida con la mediación moderada de sustancias prohibidas.
Algo parecido ocurrió con su primero largometraje Fando y Lis presentado por Jodorowsky en 1968 en el Festival de Cine de Acapulco. La odisea simbólica de los protagonistas que buscan la felicidad, se creó a partir de la obra de Fernando Arrabal en la mejor tradición del teatro de absurdo y provocó un gran escándalo. No todos los espectadores estaban preparados a la mezcla extravagante de lo trágico y lo cómico, así como a la forma en que se encuadró la narración. Mucha gente consideró el filme amoral y blasfematorio, otros insistieron en deportar al director de México y censurar su película. Jodorowsky afirma que el público iba a lincharle, y tuvo que escapar en el maletero. Pero todo eso atrajo más atención a la película.
Para entonces Alejandro Jodorowsky trabajaba en México desde hace varios años. Allí se dedicaba a la dramaturgia y representaciones teatrales vanguardistas. Además, en 1966 en México Jodorowsky creó su primero comics Aníbal 5.
La Montaña Sagrada no pudo lograr el éxito del Topo, pero fue bastante popular para poder influir en el arte en general: en varios filmes conocidos se encuentran alusiones a La Montaña Sagrada. Por ejemplo, la influencia de Jodorowsky se observa en las obras de Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro. Wes Borland, el tocador de guitarra de Limp Bizkit, notó que La Montaña Sagrada le impresionaba mucho. Bajo la influencia de este filme se encontró el cantador americano Marilyn Manson. El músico pidió a Jodorowsky que celebrara la ceremonia de boda con Dita von Teese. Para esa ocasión se reconstruyó el traje en que Alejandro Jodorowsky había interpretado el papel de Alquimista en La Montaña Sagrada.
Después de La Montaña Sagrada Alejandro Jodorowsky se propuso adaptar al cine la novela de ficción científica Dune, de Frank Herbert (1965). El productor Allen Klein insistió en adaptar al cine la novela erótica francesa Histoire d’O, de Pauline Réage (1954) por considerarla más prometedora desde el punto de vista comercial, pero Jodorowsky rechazó. “Yo hago mis películas no para ganar dinero, sino para gastarlo”. Esto es el principio del director. Debido a las controversias con Klein que tenía los derechos sobre las cintas El Topo y La Montaña Sagrada, la proyección de ambas películas fue limitada hasta mediados de la década de 2000. Pero Alejandro Jodorowsky quedó fiel a sí mismo y siguió trabajando en Dune con el productor Michel Seydoux.
Jodorowsky y Seydoux formaron un equipo excepcional: Dan O´Bannon como guionista, Hans Rudi Giger, Jean “Moebius” Jiraud y Cris Frost como diseñadores, Salvador Dalí, Mick Jagger, Orson Welles como actores, Pink Floyd como compositores. Dentro de cinco años el equipo tuvo miles de ilustraciones y el borrador del guion de una película de más de 20 horas de duración. Pero la escala de lo pensado asustó aún a Hollywood que se negó a financiar el proyecto. Para saber más sobre este proyecto recomendamos ver el documental de Frank Pavich Jodorowsky´s Dune (2013).
Jodorowsky no pudo filmar su propia Dune, pero no fracasó. Alejandro Jodorowsky afirma: “Creo que no hay fracasos, el fracaso nos dice que tenemos que buscar otra vía”. Es difícil no estar de acuerdo con él, ya que probablemente sin su Dune no habrían visto la luz Star Wars, Terminator, Alien y otras películas icónicas, porque en el proceso de su creación se utilizaban los materiales elaborados para Dune. Esas numerosas ilustraciones también sirvieron de base para varios cómics creados con participación de Alejandro Jodorowsky. Vale la pena notar que durante muchos años las historietas fueron la principal fuente de dinero para el director famoso.
Al mismo tiempo el sueño artístico de Jodorowsky no se plasmó en realidad por sus seguidores. Dune de David Lynch estrenada en 1985, según Jodorowsky, no salió bien. Y en cuanto al trailer de la nueva Dune de Denis Villeneuve, cuyo estreno programado para el diciembre de 2020 fue aplazado, el director icónico se mostró escéptico. En una de las entrevistas él notó: “No mal, aunque nada nuevo”, lamentando que es poco probable que el público acostumbrado a las películas de superhéroes sea capaz de entender la adaptación “correcta” de Dune.
Así se pone en manifiesto la naturaleza de Alejandro Jodorowsky. La búsqueda continua y el afán continuo de conocimiento de sí mismo. A los 23 años salió de Chile y vino a Paris para resucitar el surrealismo junto con André Bretón, pero creó el Movimiento Pánico, un teatro anárquico que glorificaba al dios griego Pan. Inspirados con la estética del director español Luis Buñuel, los miembros del movimiento desarrollaron su propio discurso post surrealístico basado en la síntesis del patrimonio vanguardista y los últimos logros artísticos. El apogeo del trabajo del Grupo Pánico fue la performance Melodrama sacramental estrenado en París en 1965. Hoy en día se puede encontrar en la Internet algunos fragmentos de esa provocación escénica y “terror pánico”. Bajo la influencia de esos experimentos las obras posteriores de Jodorowsky se enriquecieron con nuevas reminiscencias.
Alejandro Jodorowsky aprendió a hacer pantomima con Marcel Marceau, se comparó con él, quiso superarle hasta que entendió que es imposible. Entonces pensó: “Si no puedo ser el mejor mimo, entonces podré ser el mejor en otra esfera”. Jodorowsky propuso la concepción de la pantomima metafísica y empezó a componer para Marceau. Muchas de esas ideas encontraron su reflejo en la película Santa Sangre (1989) que se proyectó en la sección Un Certain Regard del festival de Cine de Cannes. A diferencia de obras anteriores del director la trama de este filme es más clara, aunque también hay bastante violencia y horror, escenas espectaculares y narración alegórica que hipnotiza.
Al trabajar mucho con la semántica, Alejandro Jodorowsky afirma con seguridad que la lengua, ya sea poesía, prosa o pantomima, es arte. Y el destino del auténtico arte consiste en liberar y sanar la mente por eso, basándose en la presuposición de que lo inconsciente interpreta acciones simbólicas como si fueran acontecimientos reales, Alejandro Jodorowsky desarrolló una técnica no científica de curación espiritual que llamó la psicomagia. Él está convencido de que a través de actos mágico-simbólicos se puede actuar sobre la subconsciencia y tratar los traumas psicológicos. La psicomagia de Jodorowsky radica en el chamanismo, el Tarot y el psicoanálisis. A este tema se dedican varios de sus libros, así como la cinta documental Psicomagia, un arte para curar presentada por Alejandro Jodorowsky en 2019.
Pasan los años, pero la naturaleza activa de Alejandro Jodorowsky no se agota: películas, dibujos animados, poesía, prosa, dramaturgia, cómics, representaciones teatrales, exposiciones y retrospectivas. Su Twitter cuenta con millones seguidores, y sus obras cuentan con millones de fans. En su Facebook él estudia “leer” el auténtico Tarot del siglo XV recuperado por él mismo, diciendo reiteradamente que el Tarot no adivina el futuro.
Aún al no ser fan de la obra de Jodorowsky, es difícil no admirar su personalidad multifacética, y quizás no vale la pena tratar de predecir a qué altura puede levantarse la imaginación de este maestro genial de la paradoja.