Las medidas restrictivas prolongadas y el pesimismo generalizado en América Latina relacionados con la rápida propagación del coronavirus y la crisis económica han aumentado las tensiones entre la población, lo que en algunos casos ya ha provocado protestas. ¿Qué rompecabezas deben “resolver” los gobiernos de los países latinoamericanos hoy?
A medida que la región comenzó a convertirse en el nuevo epicentro mundial de la pandemia, con un estimado de 3.7 millones de infecciones y casi 160,000 muertes en América Latina, la preocupación generalizada en algunos países latinoamericanos ha reactivado y agudizado los puntos pasados de conflicto.
En la noche del 14 de julio, un llamado a protestas en Chile provocó enfrentamientos violentos. El lema principal de la ola de protestas fue insistir en la adopción de una ley que permita la recepción anticipada del 10% de los ahorros de los fondos de pensiones para que las familias de bajos ingresos puedan sobrevivir a la persistente escasez de fondos debido a la crisis económica causada por las medidas de cuarentena. Al respecto, en el centro de la capital chilena, Santiago, hombres enmascarados prendieron fuego a 20 vehículos. En las afueras de la ciudad, a pesar del toque de queda actual y el estado de guerra impuesto en el país, los manifestantes erigieron barricadas y saquearon supermercados. Como resultado de los disturbios, unas 60 personas fueron detenidas. El proyecto de ley, con la oposición del Presidente chileno, Sebastián Piñera (Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique), fue aprobado por los diputados al día siguiente, y es posible que posteriormente reciba la aprobación en el Senado.
El 14 de julio, en Bolivia, unos 4.000 representantes de la organización de la Central Obrera Boliviana impugnaron la cuarentena obligatoria, que dura más de 4 meses en el país latinoamericano, y realizaron una marcha de protesta, que abarcó unos 12 kilómetros desde El Alto hasta La Paz. Según los organizadores de la huelga, el actual gobierno de transición de Jeanine Áñez (Jeanine Áñez Chávez) no está implementando en la práctica su plan para preservar y crear empleos. Los representantes de la Central Obrera Boliviana acusaron a Áñez de no cumplir con los “propios decretos” de las autoridades actuales. Unos días antes de esta protesta pacífica, los organismos encargados de hacer cumplir la ley reprimieron brutalmente los ataques de civiles en una de las áreas de Cochabamba, utilizando helicópteros y aviones militares, que habían exigido el cierre de un vertedero cercano, porque creían que era una fuente de infección. En respuesta a este trabajo de las fuerzas de seguridad de Bolivia, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) recordó al Gobierno de Jeanine Áñez que la principal obligación de las autoridades es garantizar los derechos humanos, no criminalizar a los líderes y participantes de las acciones de protesta social.
Según las Naciones Unidas (ONU), México, Brasil, Perú y Chile ya son los países más afectados en América Latina como resultado de COVID-19, que colocará a unos 45 millones de personas por debajo de la línea de pobreza en la región en el futuro cercano. Casi cinco meses después de que se había informado el primer caso en América Latina (26 de febrero en Brasil), los gobiernos latinoamericanos están tratando de mantener la economía que según la estimación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), perderá más de 2.7 millones de compañías y al menos 8.5 millones de empleos.
La economía de América Latina creció a un ritmo lento mucho antes de que la región enfrentara una pandemia a fines de marzo. Según el último informe de la CEPAL, el coronavirus podría retrasar la región por diez años. En otras palabras, los países latinoamericanos tendrán el mismo nivel de producto interno bruto (PIB) per cápita que en 2010. Por lo tanto, hoy varios analistas económicos han comenzado a hablar sobre una nueva “década perdida” para América Latina. Como la región ya se ha convertido en el epicentro mundial de la pandemia, la desaceleración económica proyectada para este año, de acuerdo con los cálculos de la CEPAL, totalizará alrededor del 9.1%. En este contexto, según los datos de la CEPAL, los países latinoamericanos que enfrentarán las mayores caídas en la actividad económica serán Perú (13%), Argentina (10.5%), Brasil (9.2%): (excluyendo Venezuela, la disminución en el desempeño económico que se espera sea alrededor del 26% este año, pero que no se ha incluido en este análisis). El menor declive económico, según el análisis de la Comisión, espera a Paraguay (2.3%), Guatemala (4.1%) y Uruguay (5.0%).
En las últimas dos semanas, el aumento de la virulencia de la epidemia ha llevado a un cambio en los planes de control y al fortalecimiento de las medidas restrictivas en varios distritos, ciudades y regiones de Chile, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, El Salvador, Brasil y otros países. En Argentina, donde la cuarentena fue especialmente estricta y larga (el 23 de julio el 125to día), la semana pasada en diferentes ciudades hubo protestas en defensa de las “libertades individuales”. Según los huelguistas, la salud de la población es tan importante como la economía, y el Estado debe cuidar a sus ciudadanos.
En el sentido contrario, se produjeron marchas de protesta en Brasil. La semana pasada, los opositores del Gobierno de ultraderecha de Jair Bolsonaro (port. – Jair Messias Bolsonaro) demostraron su descontento con el poder ejecutivo en la ciudad de Brasilia. Bolsonaro, quien actualmente se encuentra en aislamiento en su residencia oficial como resultado de la confirmación de la infección con el virus COVID-19, el 16 de julio reiteró su posición en contra de la adopción de medidas de cuarentena que afectan la economía, argumentando que “la falta de salarios y empleos mata más que un virus”.
El 17 de julio, miles de funcionarios de salud salvadoreños organizaron una marcha de protesta instando al Congreso a endurecer la cuarentena para contener el brote y el aumento de los casos. El Salvador ha estado en cuarentena general durante casi tres meses desde el 21 de marzo y, a pesar de un aumento en los casos de alrededor de 11.000, el levantamiento gradual de las restricciones comenzó el 16 de junio.
Hoy, los gobiernos de la región enfrentan una decisión difícil: contener el crecimiento de infectados con coronavirus, salvar empleos y reducir el declive económico. El equilibrio entre las variables de este difícil rompecabezas se convertirá en el escenario definitorio no solo para superar la crisis que enfrentan los sistemas de salud, sino también para planificar estrategias económicas futuras.