En el siglo XXI, observamos el segundo caso cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) anuncia una pandemia. En los años 2009-2010 el primero se refería a la llamada “gripe porcina” y afectó a varios países. Sin embargo, por primera vez, el hecho mismo de una pandemia conduce a un cambio significativo en las prácticas de los procedimientos electorales en diferentes países, a saber, el aplazamiento masivo de elecciones y referendos a un período posterior y a menudo indefinido. Bolivia también se encontró en tal situación, donde las Elecciones generales se celebrarían el 3 de mayo. ¿Cómo se desarrollará el proceso electoral en este país latinoamericano?
La rápida propagación del virus COVID-19 ha realizado ajustes significativos en el modo de vida existente de la población mundial. Los gobiernos de varios países de Asia, Europa y América han tomado medidas sin precedentes para frenar y detener el brote del peligroso coronavirus. En 18 Estados (Australia, Armenia, Bolivia, Gran Bretaña, Irán, Italia, Canadá, Chipre, Kirguistán, República del Norte de Macedonia, Serbia, Siria, Estados Unidos, Francia, Chile, Suiza, Sri Lanka, Sudáfrica) en el contexto de la pandemia de coronavirus declarada, se han pospuesto las fechas de las elecciones y los referendos en su conjunto, o de la segunda ronda de votación, o se han introducido una serie de restricciones que en realidad no permiten llevar a cabo los procesos electorales correspondientes en las fechas del calendario establecidas previamente. Entre ellos está Bolivia.
Por supuesto, la importancia de tales transferencias, así como los eventos más diversos asociados con la pandemia, sobre el curso y los resultados de las campañas electorales y los procesos electorales, cuando tienen lugar, ya es de gran interés. Además, es obvio que la influencia más decisiva en el sentimiento público será ejercida por la efectividad general (por lo que se entiende eficiencia y oportunidad) de las medidas tomadas por los gobiernos estatales para restaurar la situación en las esferas económica, social y cultural.
Después de que la oposición anunciara una serie de irregularidades que ocurrieron durante las Elecciones generales en el Estado Plurinacional de Bolivia el 20 de octubre de 2019, el ex Presidente Evo Morales (Juan Evo Morales Ayma) renunció su cargo bajo presión militar y el 12 de noviembre abandonó el país. En ese momento, todo el liderazgo superior renunció, el puesto del Jefe de Estado, de conformidad con la Constitución Política de Bolivia de 2009, la Segunda Vicepresidenta de la oposición de la Cámara alta de la Asamblea Legislativa (Senado), Jeanine Áñez (Jeanine Áñez Chávez). En enero, el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia estableció una nueva fecha de Elecciones generales para el 3 de mayo. De acuerdo con las reglas establecidas, Morales tiene prohibido participar en el proceso electoral como candidato. Actualmente, el ex líder boliviano se encuentra en Argentina, desde donde lidera la campaña presidencial del partido “Movimiento al Socialismo” (MAS). Los detalles sobre los candidatos al cargo del Presidente y sus programas se pueden encontrar en artículos analíticos anteriores de la edición “LACRUS”. Esta vez, cabe centrarse en el proceso electoral en Bolivia, que se ajustó como resultado del brote de coronavirus en América Latina.
El 22 de marzo de 2020, el Gobierno de transición de Bolivia tomó decisiones sobre la introducción de medidas estrictas de cuarentena en todo el país, así como también sobre la suspensión de los preparativos para las Elecciones generales programadas para el 3 de mayo (domingo) 2020 en relación con el coronavirus. Al mismo tiempo, la fecha límite para reanudar los preparativos para dicho proceso electoral hasta la semana pasada no fue determinada por el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia, por lo que las elecciones se pospusieron indefinidamente. Sin embargo, el 1 de mayo, el Parlamento, en el que los representantes del partido “Movimiento al Socialismo” todavía tienen la mayoría de los escaños, finalmente aprobó la ley que prescribe la celebración de Elecciones generales a más tardar el 2 de agosto.
Inicialmente, la Cámara Alta de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia aprobó una ley en la noche del 1 de mayo, que establece un plazo de 90 días para el proceso electoral, luego de lo cual fue enviada a la Presidenta Interina, Jeanine Áñez, para su firma. Sin embargo, Áñez, que también es candidata para las próximas elecciones, no firmó la ley y dijo que celebrar elecciones en agosto podría representar una amenaza para la salud pública debido al brote del virus COVID-19. Sin embargo, después de una reunión en una sesión extraordinaria, el Parlamento rechazó los comentarios de la Jefa Interina de Estado en funciones, y la ley entró en vigor después de la firma del Presidente de la Asamblea Legislativa, Eva Copa (Mónica Eva Copa Murga), que también es miembro del “Movimiento al Socialismo”.
Desde el 1 de mayo, el Gobierno de transición ya ha lanzado una campaña a gran escala en apoyo de los argumentos de Jeanine Áñez y el aplazamiento de las Elecciones indefinidamente en relación con la extensión de las medidas de cuarentena en Bolivia, acusando al partido “Movimiento al Socialismo” de ignorar la situación de emergencia causada por la propagación del coronavirus en la región. Sin embargo, los partidarios del partido de Evo Morales, a su vez, confían en que el Gobierno de transición retrasará deliberadamente el próximo proceso electoral para ganar tiempo y aumentar la popularidad de Áñez.
En la difícil situación actual, el grado de lucha política aumenta cada día, a pesar de la prohibición de cualquier forma de campaña. Hoy, todas las fuerzas políticas del país parecen estar tratando de sacar beneficio de la pandemia que se desata en la región. Si las fuerzas de “izquierda” podrán tomar la revancha largamente esperada y llevar a su candidato al Palacio Presidencial nuevamente, esta vez mostrará cómo el Gobierno de transición podrá hacer frente al virus peligroso y las consecuencias económicas posteriores.